20 de octubre de 2012

La Iglesia, los niños y El Defensor del Menor

SUENA el timbre de la puerta.
Es un niño. No más de cuatro o cinco años. Lleva una hucha en la mano.
Apenas logra farfullar una palabritas:
«¿Me echas… para el dom…?»
Entiendo que el chavalín, de ojos preciosos y mirada angelical, quiere decir Dómund.
Le sonrío, le hago una pequeña caricia y le digo que no.
No le digo lo que pienso de los hijos de puta (masculinos y femeninos) que en el colegio le han dado la hucha.

......

Si una mendiga originaria de un país del Este se coloca con un menor en una acera, la policía la retira y, en algunos casos, la sanciona. Si son las "monjitas" –sí, esas del pelotazo de El Corte Inglés– las que recurren, para su propio beneficio, a lo difícil que resulta decirle a un niñito que no, entonces cuentan con todas las bendiciones. Papales, of course, y municipales. ¿Dónde está el Defensor del Menor?