2 de junio de 2012

Rajoy: Entre la nada y el vacío

EN LOS DIFÍCILES días que nos está tocando vivir no faltan opciones para mantenerse informado, leyendo en mil sitios a sociólogos y economistas, oyéndolos en las muchas tertulias en que su probada ubicuidad les permite participar... Lamentablemente, carezco de la formación requerida para aprovechar al máximo sus análisis, aunque, en general, estos hombres (hay pocas mujeres entre ellos) resultan más certeros explicando lo que ya ha ocurrido que vaticinando el futuro, por próximo que este sea. Hasta ahora, cuatro o cinco años después del inicio de la crisis, no han dado ni una en el clavo.

Sin embargo, mi ignorancia de la ciencia económica no me impide percatarme de la extraordinaria simpleza, rayana en la bobaliconería, con la que se pronuncia sobre la situación el presidente del Gobierno, siempre navegando entre la nada y el vacío. No crean ustedes que juzgaba mejor a su predecesor, el ahora consejero de Estado Zapatero, a quien parece que aquellas famosas dos tardes de clases particulares de economía no le fueron suficientes, pero coincidirán conmigo en que la escasez de recursos argumentales de Rajoy está batiendo récords.

Sobran ejemplos para justificar lo que digo: si se le pregunta sobre el pago del IBI por parte de la Iglesia (asunto sobre el que más le valdría al PSOE mantener un prudente silencio), Rajoy lo descarta debido a «la que está cayendo», razón tan precisa que solo puede ocurrírsele a quien hace las cosas «como Dios manda». En otras ocasiones recurre a la que llama seriedad de nuestro país, cosa que nadie sabe muy bien en qué consiste: «España va a recuperar muy pronto su credibilidad» porque es un «país serio y solvente». Tampoco desdeña promesas en que nadie cree: «no va a haber ningún rescate de la banca española». ¿Lo vieron ustedes en la rueda de prensa del pasado lunes?

Como les decía, me gustaría disponer de la formación necesaria para entender mejor este período tan crítico de nuestra época. Pero aún me gustaría más saber que, si yo no, al menos dispusieran de esos conocimientos quienes toman decisiones –o las acatan– que están empeorando nuestro sistema de vida. Si la forma en que hablamos es reflejo de la consistencia de nuestro pensamiento, me temo que Rajoy no figura ni entre los sabios ni, mucho menos, entre los que verdaderamente deciden.

Publicado en El Periódico Extremadura