19 de mayo de 2012

¡Gibraltar español, cuánto tiempo!

NO SÉ QUÉ les sucederá a ustedes, amigos lectores, pero yo empiezo a observar en nuestros gobernantes comportamientos que me provocan esa conocida sensación del déjà vu, de algo vivido con anterioridad. Es posible que en situaciones como la presente todos los políticos tiendan a actuar de forma parecida. Se trataría, quizás, de que en su mundo, como en el animal, ante el peligro se disparasen automáticamente ciertos mecanismos de autodefensa. No sé.

Me surge esta ida al percibir en los últimos días un claro desliz de ministros y altos cargos hacia un patrioterismo rancio que yo creía extinto. No me atrevería a decir que ello obedezca a un sibilino plan elaborado por algún gabinete semiclandestino, pero bien pareciera que al llamarnos a los españoles a envolvernos en la bandera y corear viejas consignas, lo que ahora pretendieran algunos dirigentes populares fuera que olvidásemos por un rato el desastre en que se está convirtiendo su gestión de la crisis. ¿No se habían presentado como sanadores universales? Las últimas intervenciones del ministro de Economía, reconociendo que ya no pueden hacer más para salir del atolladero, son desoladoras. A la vista de las circunstancias, y si el recurso a la herencia recibida empieza a estar agotado, ¿por qué no montar un show con lo del Peñón y la visita de la Reina a Londres, por ejemplo? Eso daría para distraer por unos cuantos días al personal, ¿no es cierto?

Porque, si bien el ademán pendenciero con tufillo colonialista de la Moncloa tras las nacionalizaciones en Argentina y en Bolivia duró menos que un suspiro (pese a la beligerancia de los nefastos medios extremistas), ahora, ante la supuesta falta de apoyo de las instituciones europeas a nuestro país, empiezan a resurgir otros resabios. Bien pareciera que algunos añorasen aquellos tiempos de la autarquía y los coches a gasógeno. No les importaría, pues, perder amigos acá y allá con tal de ocultar la tragedia. “Si ellos tienen ONU”, como decían los esbirros franquistas, “nosotros tenemos dos”. Visto el panorama, no cabría descartar que los españoles de bien seamos convocados en fecha próxima a la plaza de Oriente para, todos al unísono, corear el viejo ¡Gibraltar español! No faltaría quien, de probada experiencia en situaciones semejantes, presidiera el acto con toda majestad desde el balcón del Palacio Real.

Publicado el El Periódico Extremadura