2 de diciembre de 2011

Una consejera en apuros

NO TENGO el gusto de conocer en persona a la consejera de Educación y Cultura de Extremadura, pero cuantas veces la he visto en televisión me ha causado una impresión muy favorable. Habla con sentido común, sin síntomas de complejo de superioridad alguno y en un castellano claro y preciso, alejado de los tópicos y coletillas tan frecuentes en muchos de sus colegas.

Supongo, pues, que el papel que le hicieron desempeñar el otro día, cuando a poco de publicarse los presupuestos regionales para 2012, con una notable disminución de la partida destinada a la Universidad, hubo de aceptar que se modificaran los de su departamento, le resultaría doloroso. Por mucho que, según el responsable de Economía, «si un consejero se equivoca, rectifica», me inclino a pensar que a la mujer le cayó encima lo que un moderno llamaría un marrón de padre y muy señor mío. La levedad de las razones dadas por ella misma para justificar que, en apenas unas horas, varios millones de euros bailaran de un capítulo a otro, diciendo que «un presupuesto es un organismo vivo, sujeto a modificación» solo puede atribuirse al incómodo lugar en que las circunstancias la colocaron.


Cualquiera que sea la solución que el parlamento regional dé a este embrollo (con unos diputados de Izquierda Unida ante los que nunca sabe uno a qué atenerse), no debiera dejar de analizarse, con mesura, pero cogiendo el toro por los cuernos, si en una época en que servicios públicos básicos sufren de estrecheces, en que trabajadores y pensionistas pierden poder adquisitivo, en que importantes obras públicas se ven paralizadas, puede mantenerse al margen de las medidas de ahorro una universidad que creció desmesuradamente años atrás. Que se impartan en sus muchos campus titulaciones con apenas estudiantes o que en determinadas disciplinas casi haya más profesores que alumnos son situaciones, entre otras, a las que tarde o temprano habrá que hacer frente. Los excesos de algún antiguo prócer, que ataba perros con longanizas siguiendo criterios más populistas que racionales, traen ahora estas consecuencias.

Deseemos acierto en el futuro a la consejera de Educación y Cultura y pidamos a quienes la han colocado en tesitura tan difícil como la presente que la próxima vez cuenten hasta diez antes de anunciar algo que hayan de desmentir aprisa y corriendo al día siguiente.

Publicado en El Periódico Extremadura