16 de diciembre de 2011

El teatro (no romano) de Mérida

UNA DE las ventajas de que en un parlamento no haya partido alguno con mayoría absoluta consiste en que para adoptar cualquier decisión se hacen necesarios la negociación y el acuerdo. Mucho me temo que la mayoría aplastante del Partido Popular en las Cortes, por ejemplo, reduzca en esta legislatura casi a la insignificancia el papel del resto de los partidos, pese a que en conjunto recibieran el pasado 20 de noviembre más votos que el PP. La lamentable decisión adoptada en relación con el grupo parlamentario de Amaiur es un indicio de lo que digo.

De modo que, sí, soy de quienes prefieren parlamentos plurales, sin mayorías absolutas, en los que todo sea discutible y nadie pueda imponer sin contemplaciones sus criterios. Esto lo mantengo ahora y lo he mantenido siempre.


Por ello, no tendría nada que objetar al acuerdo al que llegaron anteayer el Partido Popular e Izquierda Unida en relación con el Proyecto de Presupuestos presentado por la Junta de Extremadura. Ciertamente, que la organización de izquierdas dijera que solo iba a presentar enmiendas parciales, que luego cambiara de criterio y presentara una enmienda a la totalidad y que, finalmente, retirara esta, podría interpretarse más como fruto de un arriesgado funambulismo que como muestra de capacidad para el diálogo, pero, en fin, también cabría aceptarlo como algo propio del juego político.

Lo que desde mi punto de vista es inadmisible es que en el hemiciclo de Mérida se pusiera en escena por parte del PP e IU lo que a muchos nos pareció una mala representación teatral. A la vista de cómo transcurrieron las cosas, hay que ser muy ingenuo para no concluir que el acuerdo se alcanzó antes de iniciarse el pleno, sin que el PP garantizara cambios esenciales en el Proyecto. Lo que vimos en la Asamblea no fue, por tanto, un verdadero debate, sino una simulación. Un paripé, con oradores que incluso subían a la tribuna llevando escritas las réplicas.

Aunque, para resumir lo sucedido, nada como la frase que el portavoz del Partido Popular le dedicó al de Izquierda Unida, tras prestarse este a retirar la enmienda a la totalidad: «Don Pedro», le dijo, «tiene usted nuestra máxima consideración». No sé qué pasaría por la cabeza del señor Escobar pero yo, en aquel momento, supuse que debía estar experimentando una vergüenza insoportable.

Publicado en El Periódico Extremadura