2 de abril de 2011

Vuelve la derecha, la genuina

SIENDO CIERTO, como dijera Manrique y se encarga de recordarme a menudo un asiduo lector de esta columna, que «todo se torna graveza cuando llega el arrabal de senectud», no lo es menos que el paso de los años otorga al ojo humano referencias imposibles cuando se es joven. Ello permite comprobar, por ejemplo, cómo la derecha española más troglodita ha recuperado comportamientos que se vio forzada a abandonar décadas atrás.

Quienes peinamos canas (o ni siquiera eso) sabemos que, a la muerte del dictador, quienes gustaban de acudir a la plaza de Oriente para aclamarlo hubieron de maquillar su apariencia. Muchos de ellos, los más osados, incluso renunciaron públicamente a Satanás y sus pompas. Los símbolos sagrados de aquel régimen: el yugo, las flechas, los palios bajo los cuales entraba el Caudillo en las iglesias, fueron guardados en los armarios. Era época de reformas, de democracia, de adaptación a los nuevos tiempos y aunque algunos, como los del «¡se sienten, coño!», se resistieron al cambio, fueron los menos.


Esos días de maquillaje ya han pasado. Hoy, si no se ha limpiado el televisor de basura, si no se vence la tentación de leer cierta prensa, de escuchar algunas radios, podemos encontrarnos de nuevo con comportamientos que parecen sacados de la noche de los tiempos: Infundios contra quien no comulga con sus ruedas de molino, acusaciones de conjuras imposibles, presiones para imponer a todo hijo de vecino idearios y creencias –¿qué me dicen de la propuesta de dar un nombre religioso al nuevo hospital de Cáceres?–... Toda desmesura es posible.

Se los ve pletóricos, sabiendo que la presa está cerca, que el mordisco a la yugular es inminente. No guardan las formas, les trae al pairo que se note su salivación incontrolable.

El mayor reproche que algunos hacemos a los dirigentes del PSOE es que con su política de bandazos y cesiones (cuando no seguidismo, como ocurre con la ilegalización de la izquierda aberzale) hayan puesto el poder en bandeja a esta derecha, la más recalcitrante del planeta. Tan devotos como muchos de ellos se han mostrado en los últimos tiempos –los dirigentes del PSOE, digo–, los veremos correr en los próximos días para presidir las procesiones que se avecinan. Que corran. Será la última vez que llevarán andas que otros llevan mucho mejor que ellos.