13 de marzo de 2010

Existe el diablo: se llama Chávez

MIENTRAS un teniente coronel decimonónico de la Guardia Civil ocupaba a tiro limpio hace 29 años el Congreso de los Diputados y uno de sus subordinados emitía el zafio “se sienten, coño”, que constituyó su mejor retrato, el entonces secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, manifestaba cínicamente que se trataba de un asunto interno de los españoles. Pero no llegó al punto de reconocer la legitimidad de los golpistas. Imposible hacerlo y, al tiempo, respetar nuestro sistema democrático.

En abril de 2002 se produjo un golpe de Estado en Venezuela contra su presidente constitucional, Hugo Chávez. Militares rebeldes instalaron por unas horas un títere en la presidencia. Fueron muy pocos los gobiernos que lo reconocieron como legítimo. Entre ellos, el de Aznar. Como se sabe, el golpe terminó fracasando y Chávez volvió a su lugar.

Eso por un lado. Por otro, una de las acepciones del DRAE para el término mafia es la de “grupo organizado que trata de defender sus intereses”. Esa definición está plenamente vigente: ¿qué sino una mafia es, por ejemplo, la constituida por los socios del caso Gürtel?

En estos días, un juez que fue director general de Justicia de la Comunidad Valenciana cuando su presidente, Zaplana, recibió con los máximos honores al número dos de las FARC, hace insinuaciones contra el Gobierno venezolano en relación a esa organización y a ETA, a lo que su canciller responde hablando de montaje creado por la “mafia de Aznar”. ¿Unas palabras insensatas, fruto del resentimiento por el apoyo del PP a los golpistas? Quizá, pero no reprochables gramaticalmente ni porque desmerezcan en su vaguedad de las del polémico juez.

Era previsible que Rajoy gesticulara histriónico por tales manifestaciones, pero lo triste no es eso, sino que el PSOE temple gaitas al respecto, defendiendo al ex presidente patrióticamente. Ello confirma, como en otros casos, una falta de criterio propio por la que si alguien debiera pasarle factura en su día no habría de ser el electorado de derechas.


Esta columna también puede leerse en El Periódico Extremadura: Existe el diablo: se llama Chávez