29 de mayo de 2009

Paternalismo impropio

LO MÁS DESTACABLE de lo que dicen los políticos no siempre son sus palabras sino las formas en que las envuelven. En éstas puede reflejarse mejor que en la literalidad de sus discursos su perfil ideológico, su forma de entender la actividad política. Lo pienso al leer unas recientes declaraciones del Presidente de la Junta de Extremadura sobre la huelga de profesores.

A veces, en efecto, es difícil conciliar intereses contrapuestos. Sucede así, por ejemplo, cuando se enfrentan el razonable propósito de la Administración Educativa de reducir el número de institutos de secundaria, fusionando aquellos que son cercanos y cuentan con pocos alumnos, y el deseo de los sindicatos de mantener cuantas más plazas docentes mejor. Podría estar justificado que los sindicatos convocaran una huelga, pero no porque si hay centros que se van quedando sin alumnos lo mejor no sea suprimirlos, sino porque, según dicen esas organizaciones, fuera cierto que "la Consejería de Educación no accede a constituir una comisión que negocie las posibles fusiones de centros". Si fuera cierto.

Pero, volviendo a las declaraciones citadas, me ha llamado la atención el ruego que el Presidente de la Junta ha hecho a raíz de la convocatoria de huelga. Ha manifestado el señor Fernández Vara que se entienda su responsabilidad como gobernante que ha de manejar con prudencia el dinero de todos ya que, "como padre de una familia de 1.097.000 miembros", tiene que actuar desde principios como la eficacia, eficiencia, austeridad y calidad.

Con todo el respeto, y aunque me parezca bien el fondo de lo que ha dicho, esa concepción de sus obligaciones como las de un "padre de familia" que vela por sus hijos indefensos rezuma un paternalismo impropio de una sociedad avanzada en la que sobran las tutelas y en la que los gobernantes debieran ser sólo representantes de los ciudadanos, sometidos periódicamente al examen electoral, nunca una especie de tutores que deciden por ellos. Desprenden tales palabras, por bienintencionadas que sean, un aroma más propio de un internado que de una comunidad integrada por ciudadanos adultos, libres e informados.